El futuro a corto plazo en Europa se baraja entre varios escenarios, pero todos dan por sentado que la coyuntura actual es de evidente desaceleración y de recuperación con menor firmeza de lo previsto. Son sensaciones que se pueden percibir a través de indicadores tan globales como el PIB, que en primavera apenas avanzó una décima. Además, el frenazo se puede apreciar al desgranar estadísticas como el índice PMI: a la merma de poder adquisitivo se suma la menor actividad empresarial que resulta en un desplome de los nuevos pedidos en prácticamente todos los sectores. Un problema de demanda que puede tirar para debajo de los precios y sumergir a Europa en una deflación, aunque el continente puede afrontar una situación de altos precios con crecimiento estancado.De hecho, el Banco Central Europeo (BCE) da por sentado que la fase en la que se introduce la economía no era la que esperaban: "La economía podría estar entrando en una fase de estanflación en contraste con el escenario benigno de un aterrizaje suave", firmaban las actas publicadas a finales de agosto.Tal y como recoge el think tank Oxford Economics, la probabilidad percibida de deflación vuelve a rebasar ligeramente por encima de la media de la media de la última década. De hecho, los últimos resultados apuntan a una probabilidad ligeramente mayor de deflación que de inflación persistentemente alta a largo plazo. Por tanto, en la balanza de factores que puedan alterar la economía ahora desequilibra la deflación frente a un nivel de precios fuera del objetivo del 2% que persiguen los bancos centrales.