Entre la recesión móvil y la economía blah: EEUU se escapa de las coordenadas (eleconomista.es)
Ahora que acaba 2023, una de las grandes preguntas de los economistas es cómo EEUU ha logrado evitar la recesión más anunciada de la historia. A lo largo de todo el año, expertos de innumerables firmas de análisis han visto indicios de que la primera economía del mundo se dirigía directa a la recesión tras las abruptas y rápidas subidas de tipos decretadas por una Reserva Federal que acometió tarde una inflación desatada después de la pandemia con máximos no vistos en 40 años. Sin embargo, con el 2024 a las puertas, lo cierto es que la economía americana aguanta resistente mientras la senda de desinflación parece sólida, lo que da aire a la tan comentada teoría del aterrizaje suave de la economía pasadas las subidas de tipos: inflación bajo control sin graves daños económicos. ¿Qué está ocurriendo en realidad?No hay una explicación general. Una síntesis podría ser que los consumidores, el verdadero motor de la economía de EEUU, siguen gastando 'obedientemente' pese al daño de la inflación y de las subidas de tipos (es más caro pedir un préstamo) gracias, en parte, a estar exprimiendo los ahorros generados durante los confinamientos del covid, a los que contribuyeron tanto los cheques de la Administración Trump como los de la Administración Biden. Otra explicación es que tanto empresas como ciudadanos se siguen beneficiando de unos préstamos contraídos a tipos ultrabajos antes de la pandemia y sobre todo durante ella (véase el alud de hipotecas refinanciadas a tipo fijo) mientras el mercado laboral ha permanecido al rojo vivo una vez que el covid remitía.Estas realidades subyacentes se han reflejado en métricas como un crecimiento del PIB del 4,9% anualizado en el tercer trimestre de este año o en unos informes de empleo con generosas lecturas de nóminas no agrícolas con valores muy por encima de los 200.000 empleos creados al mes. Unas cifras que no permitían a la Fed relajar el endurecimiento emprendido (un mercado laboral caliente suponía mayores presiones salariales y, por ende, inflacionarias).